
La vivienda inversa
Contrastando con el desequilibrio económico en el balance entre ingresos y gastos que se está produciendo en las pensiones, obliga a abrir nuevas vías para poder garantizar los ingresos necesarios en la vejez de la mayoría de la población.
Existen algunas posibilidades, como puede ser la venta de la nuda propiedad de la vivienda, garantizando el uso del piso durante la vida del propietario. Otra opción son las hipotecas inversas. Pero ninguna de las dos fórmulas ha cuajado. En el caso de la nuda propiedad no hay una oferta institucional. Además, los inversores suelen tener un ánimo especulativo que no se alinea con los intereses del usufructuario. En el caso de la hipoteca inversa, la falta de un marco jurídico adecuado limita la oferta.
Viendo las pocas salidas viables para los propietarios, aparece una nueva opción que es la vivienda inversa. Esta alternativa consiste en trasmitir la vivienda y mantener el uso mediante un contrato de arrendamiento que cubre el resto de la vida de los interesados por un precio cierto. El propietario de la vivienda el día de la firma recibe el diferencial entre el precio total y el arrendamiento estimado, pudiendo percibir este diferencial en forma de capital o como una renta vitalicia.
Nuevas fórmulas para nuevos tiempos y sabiendo que actualmente en nuestro país existen 9 millones de personas mayores de 65 años, de los cuales el 90% tiene vivienda en propiedad y el 65% tienen ingresos inferiores a 1.300 euros mensuales, es necesario encontrar nuevos modelos para la sostenibilidad económica en esta etapa final de la vida de las personas.