Altavoz en Badalona

La semana pasada en Badalona se produjo un episodio más, que pone de manifiesto las grandes desigualdades que configuran una sociedad como la nuestra. En el incendio del Gorg de Badalona murieron dos personas, tres están en estado crítico y cuatro se encuentran graves. La desgracia continua ya que, según testimonios vecinales y de las administraciones públicas, estas situaciones no son aisladas. Es difícil vivir ajeno a estas situaciones y leerlas como una noticia más. Frente a lo sucedido en Badalona me invade una indignación difícil de controlar.

En esta desgracia convergen problemáticas muy diversas, empezando por la ley de inmigración, pasando por procesos urbanísticos que se hacen interminables, y acabando por marcos legales que queriendo dar respuesta a la realidad, acaban generando espacios muertos en tierra de nadie. La respuesta a esto no es única, ni sencilla, pasa por un trabajo multidisciplinar de los distintos campos y entidades, tanto público como privados.

El incendio que se produjo pide que se revisen y actualicen algunos protocolos, así como que se mejoren los marcos legales. No solo es un problema de inmigración por ser incapaces de dar respuesta a personas llegadas de fuera con grandes carencias básicas. También es un problema urbanístico, porque es una zona que lleva más de diez años de transformación urbanística. Y, por si fuera poco, hay un marco legal que impide la actuación de la propiedad por tener el activo ocupado, y la imposibilidad del ayuntamiento de actuar en propiedad ajena. Creo que no es momento de buscar culpables, que siempre los puede haber.

Personalmente me sobrepasa la actuación frente a estas realidades y estoy convencido que existe la voluntad de todas las partes para evitar que se repita esta situación de Badalona. Pero es cierto que la voluntad necesita de instrumentos y recursos tanto humanos como económicos. Requiere concretar medidas reales y sostenibles en el tiempo que puedan frenar estas situaciones de deterioro como sociedad. Frente a hechos como estos se hace difícil ver cómo reaccionar. La solución la veo muy alejada de lo que mis posibilidades me permiten para poder actuar.

Pero quizás la respuesta no solo ha de ser desde los entornos públicos, que también, sino desde lo personal. La solidaridad no es una actitud de grandes respuestas ni reacciones, sino de respuesta pequeñas en aquello que nos toca vivir. Parte de la solución no pasa por ver que harán en Badalona, sino en qué haremos nosotros hoy. Qué actitudes cambiaremos al conocer la realidad que tenemos en Badalona. La solidaridad se alimenta de pequeñas reacciones frente a grandes injusticias, y para eso todos tenemos posibilidades de actuar.